Al acebuche no hay palo que le luche, sino el moral, que le hace rabiar.
Al acebuche no hay palo que le luche, más que la encina, que es su madrina.
La sociedad en su conjunto se beneficia enormemente de un clima en el que todas las personas, independientemente de su raza o sexo, pueden tener la oportunidad de ganarse el respeto, la responsabilidad y la remuneración en función de su capacidad.