Lamiendo no engorda ningún perro.
La mucha miel, empalaga.
Por mucho dulzor, no es mejor.
Nadie lamiendo engorda.
Por la peana se adora -o se besa- al santo.
Por la madre se besa al infante.
Supongo que me he dado cuenta de que el trabajo me hace feliz si no es el número uno. Así que si todo funciona genial. Si no lo hace, vuelvo a casa, miro a mis hijos y tengo una gran sonrisa en la cara.