Si no hubiera aduladores, no habría malos señores.
La mucha miel, empalaga.
Por mucho dulzor, no es mejor.
Nadie lamiendo engorda.
Lamiendo no engorda ningún perro.
Por la peana se adora -o se besa- al santo.
Por muy cercana que sea la experiencia personal de una historia, inevitablemente se llegará a una parte que no es la suya y, en realidad, el hecho de que haya sucedido o no se vuelve irrelevante. Se trata de elegir las palabras adecuadas.