Entrada aleatoria

Mi llegada a la fe no comenzó con un salto, sino con una serie de tropiezos de lo que parecía un lugar seguro a otro. Como si se tratara de nenúfares redondos y verdes, estos lugares me convocaron y luego me sostuvieron mientras crecía. Cada uno de ellos me preparó para la siguiente hoja en la que me posaría y, de este modo, me moví por el pantano de la duda y el miedo.