No hay cara más disfrazada que la lengua aduladora.
La mucha miel, empalaga.
Por mucho dulzor, no es mejor.
Nadie lamiendo engorda.
Lamiendo no engorda ningún perro.
Por la peana se adora -o se besa- al santo.
Prefiero confiar el gobierno de los Estados Unidos a las primeras 400 personas de la guía telefónica de Boston que al profesorado de la Universidad de Harvard.